GUSTAVO SALMERÓN: “Recomiendo a todos los actores que dirijan al menos una vez, y a todos los directores que actúen”

El cine español nos dejó una cosecha de buenas películas en 2017, pero tal vez dentro de un tiempo, cuando recordemos qué fue de este año, nos vendrán a la cabeza cuatro o cinco películas. Entre ellas estará Muchos hijos, un mono y un castillo, los tres sueños que de niña quería cumplir Julia Salmerón, una superviviente de la Guerra Civil

El documental dirigido por su hijo, el actor Gustavo Salmerón, que debuta aquí en el largometraje, es un repaso a la historia reciente de España a través de los ojos de su madre, una mujer en búsqueda de la vértebra de su abuela, asesinada en la Guerra Civil, perdida entre los cientos de objetos que colecciona.

La película, premiada como mejor documental en el Festival de Karlovy Vary, está nominada al Goya al mejor documental y a los premios Feroz a la mejor comedia y al mejor documental. Tuvimos la oportunidad de hablar con su director en el pasado festival REC de Tarragona.

¿Qué era más fuerte, la necesidad de contar la historia de tu familia o la de hacer una película?

La necesidad de hacer una película contando la historia de mi familia. Siempre en cualquier obra cinematográfica hay dos necesidades. Hacer una película es algo muy general, siempre tiene más fuerza contar algo determinado. Luego eliges el medio, y en este caso el medio es una película.

¿Cuándo y por qué comenzaste a filmar a tu madre?

Siempre tuve claro que quería hacer una película, si no uno no se pone a pedir subvenciones con todo el trabajo que lleva. Ya había un deseo claro de hacer la película hace catorce años, aunque el tema ha ido variando. Las señales que me iba mandando mi bisabuela, desde donde esté, eran importantes y yo era muy fiel a esas señales. Conocí a una chica en una discoteca, que resultó ser prima mía, que era la bisnieta de la sobrina de mi bisabuela, que las mataron a las dos juntas. Eso fue una señal que me hizo retomar la búsqueda de la vértebra. Es decir, creo que el núcleo importante era, más allá de la fascinación por el personaje de mi madre, esa búsqueda, y que algo se calmara en mí y que tuviese que ver con los antepasados, con la muerte y con la guerra.

“Mientras iba viendo el material, pensaba “qué potencia tiene mi madre”, estaba natural, divertida, era real.”

¿En qué momento sentiste que después de tantas horas grabando a tu família tenías entre manos una película?

Empecé grabando porque en el castillo había un cerdito que le regalaron a mi sobrina. Los cerditos son muy adorables, pero cuando crecen se hacen muy grandes y llegó a pesar 250 kilos. Se colaba en el castillo y no podíamos cerrar las puertas. Un día mi madre decidió hacer la matanza del cerdo, para conmemorar sus tiempos de joven. Fuimos todos al castillo, y fue un horror porque era la cerda de la familia. Ella dijo que se había sentido profundamente identificada con el cerdo, porque al cortar el matarife la grasa, dijo ella: “Me siento yo ese cerdo”. Lo grabé y en casa lo monté para hacer un corto familiar que me gustó mucho. Entonces pensé hacer un documental sobre la historia de España a través de la matanza del cerdo. Estuve años con mis padres viajando por mataderos, granjas, museos, hablando sobre la guerra y los cerdos. Llegué a pedir alguna subvención, que como es normal no me dieron. Quedaron algunas anécdotas. Yo seguía grabando por el placer de grabar, porque también hay una cosa que ocurre con los padres: es que, aunque sean muy divertidos, cuesta aguantarlos. En Navidad, a los dos días en casa de tus padres la gente se pone nerviosa. Ir con la cámara, concentrado en el encuadre, en el foco, lo hace mucho más llevadero. Mientras iba viendo el material, pensaba “qué potencia tiene mi madre”, estaba natural, divertida, era real.

Siempre he creído en la inutilidad del arte. Cuando más apartada está de la parte material, mejor. Yo sabia que no iba a llegar a ningún lado, y que sería algo divertido. Era la inutilidad por la inutilidad, pero hubo un momento en que vi que tenía buen material: al llegar la crisis y tener que desalojar el castillo, pensé: ahí tengo la película.

Pensaba que la búsqueda de la vértebra era un McGuffin para explicar la historia de tu familia, pero al final no, sí hay un cierre, y parece que finalmente descansa.

Sí, lo que pasa es que no ha descansado todavía, depende de cuál sea tu pensamiento sobre ese asunto, pero mi idea era enterrarla, darle sepultura. Creo que la película ha sido como enterrarla, como honrarla, como hacer una ceremonia de despedida. Enterré la vértebra, pero la volví a desenterrar porque mi madre me dijo: “¿Para qué la entierras?, es mejor tenerla en casa”. Además, la enterré en mitad del campo, y mi madre decía que pasaría frío, porque ella tiende a humanizar los objetos. Por otro lado, menos mal que no me pilló la policía desenterrando un hueso.

Muchos hijos, un mono y un castillo se sale de los cánones de producción de una película normal, trabajando con un material doméstico que has ido grabando con esa intención. Cuando ves que la película toma forma, ¿pones en marcha los mecanismos tradicionales, buscando subvenciones y hablando con televisiones?

Fui improvisando. No he seguido ningún medio convencional de rodaje. Sólo había una persona de equipo técnico, que era yo. No había sonido, no había cámara, sólo yo con mi cámara y un buen micro. Una cámara normalita, que para aquella época era buena, pero que ya ha quedado obsoleta. Sí pedí subvención porque a lo tonto me estaba gastando mucho dinero, y porque creía que podía darme un empuje para hacerlo mejor. Pero me alegro de que no me la dieran, porque creo que lo hubiese hecho peor, tiene más encanto de esta manera casera.

En cuanto al trabajo actoral, ¿te has visto superado por tu madre y su talento?

Mi madre tiene una gran capacidad para narrar. Viene de una generación que era muy buena cuentacuentos, tiene mucha imaginación y un sentido del ritmo que yo no tengo. Pero ella no hace un personaje, es ella misma. Ser actor es algo distinto; eso no quiere decir que ella no tenga grandes cualidades para ser una buena actriz, por supuesto que me supera con creces.

Eres conocido como actor, pero alguno de tus máximos éxitos han sido como director. El hecho de que tantos actores hayan pasado a ser directores, ¿crees que es porque el actor no puede desarrollar una voz propia y la busca dando el salto a la dirección?

A los actores también nos gusta contar historias, pero al final somos vehículos, somos medios e instrumentos para contar las historias de otros, cuando hacemos una película o una obra de teatro. Pero hay muchos actores, grandes actores, que no tienen las ganas o la inquietud de dirigir. En mi caso siempre he querido dirigir, pero siempre he disfrutado mucho actuando. Creo que son trabajos muy distintos pero complementarios. Muchos actores norteamericanos -Sean Penn, Clint Eastwood, Orson Welles…- son un ejemplo de actores que se convierten en directores. Creo que cuando eres director tienes que ser el padre de todos, ser muy responsable, y tienes que velar porque el equipo y la historia funcionen, por transmitir exactamente lo que quieres. Y cuando eres actor, eres como un niño que juega, no debe importarle nada más, y tiene que estar para disfrutar. Cuando combinas las dos cosas, tiene una parte positiva, y es que tomas conciencia de la dificultad de la dirección y tienes una capacidad mayor para entender el cine, al conocer las mecánicas del rodaje desde otro punto de vista, y evolucionas como cineasta y como actor. Recomiendo a todos los actores que dirijan al menos una vez, y a todos los directores que actúen, por lo menos, también una vez, para ponerse en la piel del otro.

Pablo Sancho París
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Licenciado en Historia del Arte y Comunicación Audiovisual por la U.B., Master en Ficción de Cine y Televisión por la U.R.L. y Master en Film Business por ESCAC. He sido presidente de la Federació Catalana de Cineclubs entre 2015 y 2017, siendo actualmente responsable de proyectos de la entidad. Además, soy el programador de Cine Club Vilafranca, que gestiona la Sala Zazie y el Cine Kubrick de Vilafranca del Penedès. Además, he compaginado estas tareas con la de cronista cinematográfico, profesor de cine en talleres para niños y adolescentes, y la realización de audiovisuales y cortometrajes de ficción. Me podéis contactar en pablosanchoparis@industriasdelcine.com.

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