¿Cómo podría una joven homosexual estudiante de arqueología llegar a enrollarse con un rudo minero que en apariencia representa la masculinidad tóxica? Parece imposible, y de hecho a día de hoy lo más probable es que lo fuera, pero esa es la premisa, tan simple como en el fondo efectiva, en la que se basa Compartimento nº6, segundo largometraje del finlandés Juho Kuosmanen tras El día más feliz en la vida de Olli Mäki y ganador del Gran Premio del Jurado – ex-aequo con la iraní Un héroe de Asghar Farhadi – en la última edición del Festival de Cannes.
Ambientada en Rusia en los años 90, la película sigue al personaje de Laura (Seidi Haarla), una chica finlandesa que coge un tren en Moscú con la intención de realizar un viaje – que su pareja organizó, pero al que finalmente no terminó asistiendo – hacia el yacimiento arqueológico de Múrmansk con tal de observar unos petroglifos – como ella misma explica, pinturas antiguas parecidas a las rupestres dibujadas sobre rocas –. Allí, Laura deberá compartir su compartimento con Ljoha (Yuri Borisov), un hombre ruso al que ni siquiera conoce y que al inicio le provoca una sensación de rechazo total. Sin embargo, con tal de no decepcionar a Irina, su actual pareja, Laura optará por seguir adelante con el viaje y tratar de dejar de lado las diferencias con su compañero de habitación.
Hay varias virtudes que hacen de Compartimento nº 6 una película magnífica, pero es posible que la más destacada sea el hecho de contar con un guion notable que hace que devenga en un trabajo precioso, ciertamente absorbente – sobre todo cerca de su tramo final – e incluso entrañable. Porque si bien es cierto que el relato no cuenta nada que no hayamos visto con anterioridad y que su referente a nivel narrativo (Antes del amanecer de Richard Linklater) está más que claro, el film de Kuosmanen es, en toda regla, lo que en términos de guion se conoce como un proceso hacia la intimidad, esto es, una serie de acontecimientos mediante los cuales dos personajes en un principio opuestos van entablando una relación íntima. Son varios los pasos que integran este proceso, tales como “ir a ver a la abuela”, “revelarse confidencias” o “tener un objetivo común” y que encuentran en Compartimento nº6 una representación tan maravillosa como solvente. Y es a este ya mencionado como magnífico libreto a lo que conviene sumar un ritmo pausado – que no lento –, unas brillantes interpretaciones por parte de sus protagonistas – estupendos Seidi Haarla y Yuri Borisov – y una reflexión acerca de la imagen digital como generadora de recuerdos – la protagonista lleva consigo una cámara de vídeo digital en la que va almacenando todas sus memorias y que más tarde le roban –, que terminan por hacer de la película una de las propuestas más imprescindibles que puedan encontrarse ahora mismo dentro del panorama menos convencional, una bellísima historia de amor – aunque también de amistad – capaz de conquistar el corazón de cualquier crítico y que quien escribe estas líneas recomienda encarecidamente a todos aquellos espectadores que consuman de forma habitual cine de autor.
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