Iba con bastantes reservas al cine a ver The Batman por varias razones: los problemas de preproducción provocados por Ben Affleck; las idas y venidas del que fuera el último actor en dar vida al cruzado enmascarado en pantalla grande hasta hace unos días, hacían tambalear los cimientos de un proyecto apenas desarrollado. Su rol de director-guionista-protagonista fue menguando paulatinamente hasta desaparecer por completo recayendo en manos de Matt Reeves. Asimismo, la elección de Robert Pattinson como sustituto del hermano mayor del también actor Casey Affleck no fue del todo de mi agrado, creyendo que no daba el perfil ideal para encarnar el personaje. Y si a todo esto le añadimos que el universo cinematográfico de DC no pasaba por su mejor momento debido a la omnipresencia de Zack Snyder y su mala influencia, pues me dejaba un panorama nada halagüeño.
Pues bien, casi tres horas después (también me parecía cuestionable, a priori, la duración de su metraje) comprobé que estaba totalmente equivocado. Tanto Reeves como Pattinson habían sido no solo un acierto de casting por parte del estudio, sino que también habían sido partícipes de la mejor película de Batman hasta la fecha. Afortunadamente, el filme de Reeves vuela solo, alto y libre del yugo de Snyder, y no hay ningún elemento que me recuerde al director de El hombre de acero más allá de su “excesiva” duración en esta nueva cinta sobre este icono del mundo del cómic creado allá por 1939 de la mano de Bob Kane y Bill Finger.
La clave para conseguir esto fue llegar hasta las entrañas de un personaje que, si bien había sido tratado con talento con anterioridad en el cine (Tim Burton y Christopher Nolan esencialmente), nunca se había captado tan bien la esencia del personaje como lo ha hecho Reeves. En este sentido, Reeves hurga en sus orígenes de vengador alado, y no solo porque nos muestre a un joven Batman inexperto, falible y con crisis de fe (recordemos que es su segundo año como justiciero), sino porque nos muestra al Batman detective, al original, aunque eliminando cualquier elemento pulp. Hace más de 80 años nació este personaje en la cabecera Detective Comics, y siempre ha sido recordado como “el mejor detective del mundo”; esta elección tan simple como efectiva por parte de Reeves nos muestra a esta versión de Batman tan añorada en la pantalla grande, y le sirve, asimismo, para llevar la cinta por otros derroteros bien distintos del cine de superhéroes al uso. Y es que The Batman no es mi más ni menos que un thriller, y si la influencia de Fincher es alargada (véase Seven o Zodiac) es precisamente por eso mismo; por otro lado, tener como referente a Fincher es otro de los logros de Reeves, puesto que estamos hablando de uno de los mejores y más influyentes directores de cine de los últimos 30 años.
Por otro lado, la influencia de los cómics de Batman está más que presente a lo largo de todo el filme entre los que destacan obras del calibre como Batman: año uno, Batman: El largo Halloween, Batman: Ego, y de manera muy gráfica, Batman: Silencio (Hush en su versión original, palabra que sale en grande en la propia película).
Un personaje más de la trama es Gotham que se nos muestra siempre lloviendo, oscura y de noche, perfecta para captar las sombras y el miedo de donde emana un Batman dispuesto a impartir justicia en una ciudad podrida y corrupta hasta las entrañas que hace cuestionar a su protagonista sobre qué está haciendo y por qué lo hace. Para conseguir todo esto luce un diseño de producción de ensueño que le otorga seriedad y solemnidad, que si bien la aleja del tono de tebeo colorido que busca la diversión pura y dura (véase el Batman de Joel Schumacher), la acerca justamente a lo que se propone: un thriller psicológico en el que predominan los juegos mentales y la ambientación por encima de la acción, muy comedida pero rodada como nunca.
El filme comienza con una presentación del personaje sublime en el que destacan el buen uso de la voz en off y la partitura de un soberbio Michael Giacchino, digno sucesor de John Williams; si bien es cierto que Batman gozó de buenas piezas musicales en el pasado de la mano de Danny Elfman y Hans Zimmer, el trabajo de Giacchino me parece el mejor de todos captando como nadie la locura que irradia por cada uno de los minutos de su extenso metraje. Más de una década llevan trabajando juntos tanto compositor como director y esto se nota para bien, ya que la sinergia entre los dos es perfecta.
Y hablando de duración es encomiable también el trabajo de ritmo y de pulso narrativo por parte de Reeves, puesto que en ningún momento decae el interés o se hace pesada la película, convirtiendo además en The Batman en el filme más largo hecho sobre este personaje (si tenemos en cuenta que Liga de la Justicia de Snyder era una cinta coral).
Con respecto a Pattinson, pese a no ser el mejor Batman ni el mejor Bruce Wayne que haya visto, sí que hace un trabajo más que correcto. Lo mismo sucede con un reparto lleno de caras conocidas entre las que destaco la labor de un Paul Dano a la altura del Joker de Heath Ledger. Pattinson encarna un Batman dubitativo, frágil, humano y se aleja de la vida social y de playboy marca de la casa de Bruce Wayne, mostrándonos a una versión retrotraída que apenas soporta la luz del sol como si de un vampiro se tratase. Otro cambio a destacar es que hemos pasado de unas versiones de Batman muy musculosas como la de Christian Bale, y sobre todo la de Affleck, por una más estilizada reforzando aún más ese punto de inexperiencia y debilidad que Pattinson ha dotado al personaje.
The Batman, cuyo estreno ha arrasado la taquilla mundial, manifiesta la buena salud que goza este personaje inmortal, y que nos trae de vuelta la mejor cara del cine de superhéroes, aunque en esta ocasión se disfrace de intenso y efectivo thriller.
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