Hace unas semanas l’Associació Cultural Cinematogràfica del Camp de Tarragona i les Terres de l’Ebre puso en marcha la campaña en change.org “Salvem el cinema Rambla de l’Art” (“Salvemos el cine Rambla de l’Art”), el único cine de la ciudad de Cambrils. Hablamos con Antoni Badimon, responsable de este cine que convive con un impuesto que cree injusto y se le reclama por parte de su administración municipal.
¿A qué problema se enfrenta actualmente el cine Rambla de l’Art?
El problema es el mismo que tiene cualquier cine desde la ciudad más grande a la más pequeña, el público. Especialmente nosotros nos encontramos que, por las características de nuestra sala, echamos en falta gente joven, bien sea por el tipo de programación o por el momento en que nos llegan las películas.
¿Qué tipo de medidas habéis tomado?
Nosotros lo que hemos intentado siempre es salir del concepto de que el cine es caro, que yo puedo llegar a entender. Y también huir de ofrecer una gran variedad de precios y descuentos. En un primer momento pensamos en buscar dos precios. Abrimos a principios de 2013 y solo los hemos movido una vez y hace tres años que no los hemos tocado. De lunes a viernes a 5 euros, y sábado y domingo 6’50, a excepción de matinales y el primer pase de la tarde.
Esta es nuestra propuesta de precios, que entendemos que son racionales. La única excepción, para nuestra clientela habitual, es que tenemos una tarjeta de puntos y cada ocho entradas compradas tiene una gratis, para fidelizar al cliente.
Nosotros no vivimos del bar, aunque los precios del bar también son razonables, no hacemos locuras como pasa en algún centro comercial.
Por lo que veo sois un cine multiservicio, contáis con librería, videoclub…
Nos ayuda a diferenciarnos, aunque no proporciona grandes ingresos. Tenemos una mini librería, con un grupo de libros vinculados, la mayoría, al mundo del cine, y que nos gustaría ampliar, aunque es difícil vender un libro en el cine. Y también tenemos el videoclub. Cambrils hace muchos años que no tiene y pensamos que podía ser un servicio adicional, que no entra en competencia, porque al fin y al cabo es ver una película, y la gente lo valora. También tenemos un pequeña zona de exposición, para fotografía o pintura, para gente que quiera exponer, porque poco a vender. Nosotros abrimos este espacio para hacer de soporte multicultural. Es lo poco que podemos hacer como empresa privada que somos.
Hace unos días fuisteis protagonistas de la campaña en change.org “Salvemos el cine Rambla de l’Art”. ¿Cómo nace y qué reivindica?
Este no es un problema puntual que pasamos si no es un problema coyuntural. En un momento determinado, con posterioridad a que nosotros abrimos el cine, y después de la composición de un nuevo ayuntamiento después de las anteriores elecciones municipales, pensaron que este cine, que es de gestión privada pero cuyo edificio es municipal, con el que tenemos una concesión administrativa, tenía que pagar el IBI (Impuesto de bienes inmuebles).
Desde el primer momento dijimos que esto no era lo acordado, porque no eran las condiciones que se negociaron ni lo decía explícitamente el convenio. Supongo que todo el mundo que esté leyendo esta entrevista puede tener quejas de su voracidad, así que no hemos conseguido salvar este problema de ninguna manera. Hemos ido conviviendo con él, diciendo que no queremos, pero principalmente no podemos pagar porque el cine no genera lo suficiente para tener que pagarles este impuesto que conceptualmente es muy discutible, porque no somos propietarios de este impuesto. ¿Qué ha pasado? Nosotros necesitamos el favor de determinado grupo de público, el más asiduo, que ve que estamos haciendo cosas y ve que todavía podríamos hacer más. Pero necesitamos de un grupo de gente para tirar adelante proyectos, no ya la programación normal de una sala de cine, si no otra programación específica, con ciclos y conferencias vinculadas con el cine. A razón de eso se constituye una asociación y lo primero que nos pregunta es, ¿cómo va el cine? Porque ven que viene gente pero siempre es la misma, y que no avanza. Nosotros les decimos que estamos batallando para mantener el cine abierto, que hemos tenido que reducir personal, con la mitad de la gente que trabajábamos hace siete meses. Y explicarles que tenemos una espada de Damócles, que es este impuesto. Al decirlo, la asociación se preocupa y a partir de aquí empieza esta vorágine que ha salido ahora en tantos medios.
Es la asociación la que está movilizada porque saben que si finalmente hemos de pagar este impuesto, con muchísima probabilidad nos veríamos obligados al cierre. Si nos evitan este impuesto, que no considero desproporcionado, sino fuera de lugar, vamos a intentar continuar, con todas las dificultades, que son muchas, porque estamos satisfechos del proyecto que hemos lanzado, y el público nos dice que sigamos con este cine, porque es especial. Un cine como este, con una sola pantalla, y que abra todos los días de la semana, casi ninguna ciudad lo tiene. Una de las cosas por las que siempre he batallado en Cambrils, es que no puede ser una ciudad solo de vacaciones de verano o fines de semana, porque es una ciudad y tiene que tener sus actividades siempre abiertas. Si queremos ciudad, tenemos que hacer ciudad.
¿Os han pedido que pagarais el IBI de manera retroactiva?
Nosotros entramos en 2013, y no nos lo pidieron. En 2014, aún con el gobierno anterior, tampoco lo pidieron. A finales de 2015, al cabo de unos meses del nuevo gobierno, nos lo piden retroactivamente. Hubo alguien que debió pensar, esto hay que cobrarlo, y sacar un dinero extra al mes.
Si el ayuntamiento se siente obligado a pedir este impuesto, ¿no os propone ningún acuerdo?
Nos propusieron un acuerdo. Nosotros somos una empresa y evidentemente estamos obligados a conocer la ley, eso que retuercen todos los políticos sea cual sea el color. Y nosotros manifestamos que la ley permitía bonificar ese impuesto en edificios de propiedad hasta un 95%. Lo justificamos, y al cabo de dos años nos lo reconocieron, pero como no lo hemos pagado los años anteriores no nos aplican esta bonificación. Por lo tanto, estamos al principio del camino. No nos viene de pagar el 5% del IBI. Al ayuntamiento no le pedimos nada más, porque no tenemos ningún tipo de subvención pública de ningún tipo. Ni más soporte privado que el interés del público.
¿Conocéis casos similares en otros cines? ¿Cómo se han resuelto?
Conozco que ha habido algún problema grave en algún sitio, pero no sé como se ha solucionado, pero repito, la ley permite, si cumples con determinados parámetros discrecionales, hacer esta bonificación. Sé que existen estos problema a través del Gremio de empresarios cine de Cataluña, al cual nosotros no estamos adheridos, básicamente porque es un gremio que está más enfocado, y está en todo su derecho, a defender las grandes empresas y los grandes circuitos que las salas de una única pantalla.
¿En qué punto os encontráis ahora mismo con la bonificación?
Lo que pretenden es que paguemos los años anteriores a aceptar la bonificación porque dicen que no la habíamos pedido. Yo no quiero entrar en la discusión, porque es mi ayuntamiento y yo quiero a mi ayuntamiento como entidad, y me sabe mal, pero me sorprende que no se haya podido encontrar una solución. Cosas más extrañas se consiguen, de cualquier tipo, y creo que lo que nosotros estamos haciendo aquí, y el esfuerzo que están haciendo las personas que trabajan aquí, no se reconoce, y me indica no como es el ayuntamiento sino como es la gente, nada más.
A mi me sorprende porque sois el único cine de Cambrils. Porque aunque seáis una empresa privada, lo que ofrecéis es un servicio público.
Yo me enteré que el cine cerraba. Hasta entonces había estado gestionado por el ayuntamiento, y con muchos problemas. Se organizó un concurso público a instancia nuestra, y presentamos un proyecto que gustó. Difícilmente, como así ocurrió, ningún operador de los grandes se iba a atrever a coger esta sala, a gastarse 150.000 euros en digitalizarla y adaptarla a los nuevos sistemas. Esta fue una locura mía que la estoy pagando.
Por lo tanto el pago del IBI sigue pendiente.
El IBI está ahí, nos molesta porque es un impuesto impagado y sabemos que la administración tiene que hacer lo que tiene que hacer y nosotros tenemos que hacer lo que tenemos que hacer. La asociación está batallando para que se encuentre una solución. Tienen una reunión prevista con el ayuntamiento, pero no sé como irá. A mi francamente me sorprende porque desde el primer momento lo hemos estado hablando, quejándonos y buscando una solución. Han ido pasando los años. Ahora con la movilización de la asociación ha explotado y todo el mundo se rasga las vestiduras.
¿Por qué decides hacerte cargo de esta sala cuando estaba cerrada?
Nosotros somos un grupo de empresas que con más o menos suerte habíamos pensado en diseñar un proyecto de cines similar a lo que estamos haciendo aquí pero en Barcelona. Durante mucho tiempo estuvimos negociando unas salas y no lo conseguimos. Era el final del anterior gobierno municipal y la entrada del nuevo. La cuestión es que ese cine existe, y aún no se ha abierto, e incluso creo que medio edificio está ocupado. Dio la casualidad que conocía un poco Cambrils y me enteré de este caso y pensé, vamos a probar si esto funciona. Ahora lo tenemos tan experimentado que sabemos que funciona, pero como en cualquier cine nos falta público.
La idea era crear un cine que, con las ventajas que da la digitalización, pudiésemos hacer multiprogramaciones con pases en versión original y doblada, y por qué no con una pequeña librería, un videoclub y una sala de exposiciones. Existen algunas ideas como ésta por Europa y creía que podía funcionar. Estamos orgullosos de estar en Cambrils. Tiene 30.000 mil habitantes y una área de influencia realmente importante, pero la zona por desgracia nunca ha estado muy bien tratada en cuanto a salas de cine. Y a las pruebas me remito, Reus que es nuestra capital, ha estado casi dos años sin cines, en el año en que era la capital de la cultura catalana. O Tarragona, que en el centro de la ciudad, quitando determinadas salas de carácter público-privado, no hay un cine como en otras capitales.
La prueba evidente es que hace tres meses nos incluyeron en la red de Europa Cinemas, y en Tarragona no hay ni había ninguna sala con esa distinción. Para nosotros es un orgullo tener este reconocimiento que reciben las salas que programan cine europeo y de calidad. Y traslado este orgullo a la ciudad de Cambrils. Se habla mucho de las estrellas Michelín y esto es como una estrella Michelín del cine.
¿En qué os beneficia estar en la red de Europa Cinemas?
Esperemos tener algún tipo de ayuda que hasta este momento no hemos tenido. Nos vendría como agua de mayo. Es un compromiso con el cine independiente y europeo de calidad, sin olvidar el cine americano, que también nos da grandísimas películas.
Cambrils es una ciudad que recibe mucho turismo. ¿Notáis grandes diferencias de público entre invierno y verano?
Nuestro público habitual es de mediana edad, de cincuenta para arriba, aunque estamos ganando público de treinta y cuarenta. Evidentemente vienen algunos jóvenes y cuando hacemos una película infantil vienen muchos niños.
En agosto hay más público, aunque no llegamos a doblar. Nosotros tenemos una estadística, no 100% confirmada, que nos dice que solo el 25% del público anual es de Cambrils. Otro 25% es del entorno, de Reus, Tarragona y otras zonas cercanas. Y el otro 50% es gente que está de veraneo o de fin de semana. Es un público bastante fiel, porque hay gente que veranea desde hace muchos años.
Nos está llegando público nuevo, que a raíz de todas las noticias publicadas en las últimas semanas se ha enterado de que existe este cine. Ayer mismo nos vino una señora que nos dijo que en treinta años que vivía en Cambrils no había venido nunca al cine.
En el momento de programar, ¿lo hacéis en función al público que os viene?
Primero programas siguiendo la programación clásica de un cine, siguiendo al dedillo todo lo que se estrena y todo lo que tiene que venir. Tenemos un primer hándicap. Hay grandes distribuidoras con las que se trabaja muy bien y te facilitan mucho las cosas, pero hay otras, que no nombraré, con las que es imposible, así que ya sabemos que tienen películas que no podremos hacer.
Intentamos, dentro de lo que se estrena, hacer lo que más se puede ajustar a nuestro público. Siempre siguiendo criterios de oportunidad de distribución. En las últimas semanas están cayendo el número de películas que normalmente se estrena. Eso es un problema, porque las empresas de distribución más pequeñas estrenan menos y eso, por un lado es bueno, porque así no habrá tantos fracasos en las salas, pero para nosotros no es tan bueno porque no nos permite hacer una mayor selección. El problema que hay con las distribuciones pequeñas es la dificultad de hacer llegar al público que esas películas son magnificas. Cuando se estrenó, con todo el orgullo y satisfacción hicimos Handia, sabiendo que era una magnifica película, y vinieron cuatro gatos. Ahora probablemente la recuperaremos. Coincide también que se estrenó en el mes de octubre, que fue muy malo para los cines con todo lo que estamos viviendo.
Ahora estamos haciendo Muchos hijos, un mono y un castillo que ya la habíamos hecho y la hemos recuperado, y la semana anterior de los Goya hicimos Una mujer fantástica, que también es una fantástica película, y también nos vino poca gente. Sabemos que hay películas que no satisfarán a mucha gente pero que entran dentro del parámetro del buen cine.
¿Cuál es la pauta que seguís para programar una sala durante una semana completa?
Intentamos tener dos conceptos diferentes de película: por un lado, una película grande, que pueda tener un cierto atractivo de público, acompañada de una película independiente y de autor que también se pueda hacer durante toda la semana. Con esto llenamos un 70 o 80 por ciento de la cartelera. Intentamos incluir siempre algún documental o algún ciclo, y si podemos, una ópera o ballet. Y de vez en cuando hacer una película pequeña para darle uno o dos pases para que se haya estrenado en Cambrils. Todo en función a lo que las distribuidoras estrenen.
¿Cómo os ven las distribuidoras?
Nosotros somos relativamente poco rentables para las distribuidoras. Y de eso somos conscientes, porque queremos ofrecer un precio económico. Aunque de una película grande hacemos, en el fondo, tantos pases como puede hacer un cine de una única pantalla de cualquier población de Cataluña, aunque un poquito más distribuidos durante la semana.
También somos menos rentables porque en la zona donde estamos hay menos afición al cine. Nosotros creíamos que podríamos conseguir 40 o 45 mil espectadores al año pero no llegamos a los 30.000. Luego, si te miras las estadísticas de un cine cercano, como el que había en Reus con seis o siete pantallas, ellos hacían 70 u 80 mil al año, así que nosotros tenemos la ocupación casi como de dos o tres pantallas.
Y lo que piensan las distribuidoras de nosotros, ellos te dirán. Las más pequeñas tienen interés en que nosotros les hagamos las películas porque sin sacarles un gran rendimiento, en negativo no se van a quedar. Porque cuando estrenan en grandes salas, le sale en negativo y eso es terrorífico.
¿Por qué?
Existe una figura endemoniada que es el VPF (Virtual Print Fee), un invento ad hoc para cargarse a la industria independiente. Si tu vas a estrenar en un circuito más grande o en una capital de provincia aunque sabes que tienes una pequeña película, y solo haces mil euros de recaudación durante la semana, sabes que vas a pringar. Alguien te diría que antes pagabas la copia en 35mm, pero antes el cine también funcionaba mejor. Que el VPF no sea objeto de atención por parte de la administración española y catalana, para batallar contra ella, dice muy poco en favor de la administración pública cinematográfica.
No os merecen…
I sé de què parlo.
Esteu fent un treball que mereix el reconeixement municipal… i ja veus.
No defallegis aguanta tens molt mèrit.
Això solament ho pot fer un bon amant del cinema.
Espero que finalment es reconeixi tot l’esforç que fas…. t’ho mereixes.