Si, a principios de los años sesenta, se le preguntaba a algún cinéfilo cuál era la actriz más representativa del cine de autor, sin duda respondía que Jeanne Moreau. Su rostro, expresivo cuando convenía e inexpresivo cuando el papel lo requería, era inconfundible. Esa representatividad era compartida en cierto modo con Monica Vitti, pero la actriz italiana, musa de Michelangelo Antonioni, interpretaba unos papeles muy concretos, en consonancia con las preocupaciones metafísicas y vitales del director italiano. Moreau, en cambio, tenía unos registros mucho más variados.
De sus actuaciones, han pasado a la historia del cine dos caminatas: la primera, en 1958, en Ascensor para el cadalso, cuando recorría el París nocturno buscando a su amante, quien no se había presentado a la cita que tenían convenida. Esa cita era muy importante, porque ambos habían decidido que él mataría al marido de ella, y Florence Carala, el personaje que representa Moreau, desconoce el resultado; de ahí su angustia mientras busca a Julien Tavernier (Maurice Ronet) por los lugares que éste suele frecuentar.
La otra caminata fue en un film tres años posterior, en 1961, en La noche, de Antonioni –interpretada también por Monica Vitti–, en la cual Moreau deambula por Milán mientras reflexiona sobre su matrimonio, que se está yendo a pique.
Un mito del cine
Debutó en el cine a los veintiún años y, después de actuar en una veintena de películas sin mayor trascendencia, la fama le llegó en 1958 con la ya citada Ascensor para el cadalso, de Louis Malle, donde interpretó el tipo de personaje que la caracterizó: la mujer dura y apasionada.
Repitió con Louis Malle en Los amantes, que escandalizó al público francés. De este film, François Truffaut, entonces crítico de la revista Cahiers du Cinéma, escribió que en la cinta se veía “la primera noche de amor de la historia del cine”.
La película se basaba en la novela Madame Bovary, de Gustave Flaubert, pero aquí la protagonista no se sentía afectada por las reglas de la moral oficial, sino que se liberaba de ellas por medio del adulterio y del abandono del hogar familiar.
A partir de este momento fue cuando la actriz se convirtió en la musa de los directores de lo que se llamaba “cine de autor”.
En 1961 interpretó en Jules et Jim, de Truffaut, el papel de Catherine, una mujer capaz de estar enamorada de tres hombres al mismo tiempo. Eso sí, consideraba que en una pareja uno de los dos miembros tiene que ser fiel: naturalmente, el otro, no ella. Un crítico dijo de Moreau que su carácter como persona era el mismo que el del personaje.
Entre los 111 largometrajes que interpretó pueden destacarse, aparte de los filmes ya citados, Moderato Cantabile, de Peter Brook; Diálogo de carmelitas, de Philippe Agostini y R. L. Bruckberger; Eva, de Joseph Losey; El fuego fatuo, también de Louis Malle; Diario de una camarera, de Luis Buñuel; además de El proceso, Campanadas a medianoche y Una historia inmortal, de Orson Welles. El genial director norteamericano dijo de ella que era la mejor actriz del mundo.
Moreau rodó tres películas en Hollywood: Monty Walsh, de William A. Fraker; Alex in Wonderland, de Paul Mazursky, donde se interpretaba a sí misma, ambas en 1969; años después volvió para rodar El último magnate, de Elia Kazan. Allí encontró también a su segundo marido y su segundo divorcio: el director William Friedkin.
Como en Estados Unidos no tuvo el éxito que sí tenía en Europa, decidió volver a su país.
También dirigió dos largometrajes (Lumière y La adolescente) y un documental sobre la actriz norteamericana Lillian Gish.
Presidió el jurado del Festival de Cannes en 1975 y 1995.
Carrera teatral
Los comienzos de Jeanne Moreau como actriz fueron en el teatro. A los veinte años ingresó como miembro de la prestigiosa Comédie Française. Era la actriz más joven admitida en aquella compañía hasta el momento.
Unos años después se incorporó al Théâtre National Populaire (TNP), que entonces estaba dirigido por Jean Vilar y contaba con un actor de gran prestigio, fallecido muy joven: Gérard Philipe.
Con el papel de Maggie en La gata sobre el tejado de zinc causó sensación y escándalo en París.
En 1988 actuó en el Teatre Grec de Barcelona con una versión de La Celestina, dirigida por Antoine Vitez. En esta ciudad ya había actuado con anterioridad, en el Teatro Principal, presentando el monólogo Le récit de la servante Zerline, de Hermann Broch.
Completó su amplia trayectoria profesional dirigiendo teatro y ópera.
Jeanne Moreau también desarrolló una carrera notable como cantante, aunque sólo en el ámbito discográfico. En directo, únicamente actuó una vez, en el Carnegie Hall de Nueva York.
Fue la primera mujer admitida como miembro de la Academia de Bellas Artes de París.
La actriz nació en la capital francesa el 23 de enero de 1928 y murió en la misma ciudad el pasado 31 de julio.
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